Aclaración previa:
Marta Goddio es docente en la Escuela nº 46 "Bernardino Rivadavia" de la localidad de Candioti (ubicada unos 20 km. al norte de la ciudad de Santa Fe). A lo largo del presente año lectivo, y en ejercicio de una tarea tan paciente como amorosa, Marta propuso a sus alumnos de 4to año EGB (un grupo de 15 niños/as de 9 y 10 años). un abordaje interdisciplinario de dos obras literarias: la novela "Lambrusco", de Horacio Rossi, y el cuento "Paralelas", de un servidor. Su iniciativa tuvo tal repercusión entre los chicos, que los resultados obtenidos superaron ampliamente sus propias expectativas iniciales, y nos han dejado perplejamente maravillados a los dos autores involucrados.
El pasado sábado 10, Horacio y yo fuimos a Candioti, especialmente invitados al acto de fin de año organizado por la escuela, en cuyo transcurso los chicos de 4to llevaron a cabo una ingeniosa representación teatral de mi cuento. Mucho se podría hablar acerca de la amabilidad que nos brindó la gente del pueblo, de la notable tarea desarrollada por Marta, o de las desbordantes muestras de cariño que recibimos de parte de los chicos (Lucas, por ejemplo, se abrazó a mis largas piernas y a las de Horacio y, con su carita iluminada por la alegría, le dijo a su maestra "¡Conseguí dos amigos!"). Pero lo que me mueve a escribir estas líneas es una anécdota maravillosa que paso a compartir con ustedes.
La carta de Antonella
Los chicos de 4to habían leído y releído mi cuento "Paralelas", lo habían comentado y debatido, habían trabajado con la maestra de Plástica sobre la historia que en él se narra, plasmando en pequeños dibujos y grandes láminas lo que el cuento les sugería. La señorita Marta propuso entonces que me escribieran cartas para invitarme a que los visitara, para contarme las sensaciones que les había dejado la lectura, y para hacerme los comentarios y/o preguntas que se les ocurrieran. Inmediatamente y con gran entusiasmo, todos los chicos se pusieron manos a la obra. Todos... menos Antonella, que retorcía nerviosamente su birome y no lograba pasar del primer renglón. Intuyendo que algo raro ocurría, la señorita Marta se acercó a ella y le preguntó si había algún problema. Sin mirarla, la nena se limitó a menear la cabeza en sentido negativo. No conforme con esa respuesta gestual tan poco convincente, la señorita Marta volvió a preguntarle si le pasaba algo. Entonces, Antonella no aguantó más y rompió en llanto. Después, levanto sus ojitos llorosos y, entre sollozos, explicó:
-¡Es que no sé qué palabras usar para decirle que lo quiero mucho!
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