Es viernes, son las diez y media de la noche y ya no quedan mesas disponibles pero la gente sigue entrando. Hay alrededor de cien personas en el lugar, repartidas entre el salón de la planta baja y el entrepiso con forma de herradura situado de frente al escenario. El acontecimiento que las convoca es la realización de un nuevo "Bar Literario", el primero del año.
Muchos de los presentes ya conocen en qué consiste la propuesta; algunos de ellos, incluso, son seguidores del ciclo desde sus inicios y hasta pueden ostentar un impecable historial de asistencia perfecta. Otros, en cambio, concurren por primera vez, atraídos seguramente por la eficaz publicidad del comentario boca a boca. Unos y otros, fieles y novatos, han venido a buscar lo mismo: un ambiente distendido e informal en el cual disfrutar de la literatura y de la charla con amigos, subrayados ambos placeres por el sabor de unas cervezas.
Hablar de cien personas movilizadas por una actividad literaria un viernes a la noche ya sería, de por sí, suficiente motivo para asombrarse y alegrarse. Sin embargo, lo verdaderamente destacable en este caso es que, salvo escasísimas excepciones para las que sobran los dedos de una mano, todos los presentes tienen entre 18 y 25 años. Se trata de una movida eminentemente juvenil, no sólo por la edad de los asistentes sino por la de quienes la organizan: una de las responsables del prodigio tiene 23 años; la otra, sólo 20.
Cada uno de los Bares Literarios se estructura en base a un eje temático determinado de antemano -que bien puede ser la poesía en lenguas extranjeras, el erotismo, los blogs literarios, o la literatura hecha por y sobre mujeres a lo largo de la historia- y sobre ese tema preseleccionado versan los textos (propios o ajenos) que los escritores invitados comparten con el público en las sucesivas rondas de lectura. Pero los Bares Literarios son bastante más que una desacartonada excursión por el mundo de las letras. Hay también proyección de cortos cinematográficos, muestras de plástica o fotografía, y nunca falta la música en vivo, instancia ésta en la que si bien el rock no es el género excluyente, lleva sin duda la delantera a la hora del protagonismo. Se concreta así una saludable multiplicidad de disciplinas en la que -valga la recurrencia- casi siempre los artistas involucrados son también veinteañeros.
Lo interesante no sólo sucede sobre el escenario. Si uno se pasea entre las mesas con el oído atento, descubrirá animadas conversaciones que giran en torno a temas como la narrativa de García Márquez, el teatro de Lorca o la poética de Huidobro. También llaman la atención ciertas reacciones que se registran en la penumbra del salón mientras transcurren las rondas de lectura. Puede ocurrir, por ejemplo, que un murmullo de aprobación y hasta un amago de aplauso surjan, espontáneos, cuando se anuncia la lectura de un texto de Alejandra Pizarnik. O puede ocurrir también que una señorita no pueda contener un suspiro y exclame "¡Ay, Oliverio!", al escuchar el comienzo de un poema de Girondo.
¿Relato fantástico? ¿Descripción de una utopía? ¿Postal imaginaria de un país deseable? Nada de eso. Todo lo hasta aquí narrado es estrictamente verídico, y viene sucediendo en la ciudad de Santa Fe desde abril del 2008. Este espacio creado por y para jóvenes que celebran la poesía es una realidad concreta y, frente a tantas desazones cotidianas, viene muy bien saber de su existencia.
Ya es sábado, son casi las dos de la mañana y las mesas van quedando despobladas. El público se retira satisfecho. Unos y otros, fieles y novatos, preguntan cuándo es el próximo Bar. Y prometen volver.
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3 comentarios:
Muy buena iniciativa. Muy bueno que sean jóvenes. Hay que recobrar la utopía de la juventud. Un saludo santafesino desde Rafaela.
Intento escribir. No suelo ir a muchos y leo algo bueno cómo esto y pienso cuántas cosas me estoy perdiendo. Oir textos de la propia voz de los autores o ponerse en la voz de otros es algo bellísimo. Que lo haya organizado gente tan jóven es algo más que bueno. Un saludo cordial. Mercedes Sáenz
Leer acerca de estos encuentros despierta la esperanza. ¡ Cómo me gustaria que huv¡biese en todos lados sitios así!. Cordialmente,
Silvia Loustau
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